Maradona, otra vez frente a la línea blanca (de la cancha)




Diego corre solo con la pelota. Veloz. Se escabulle por una orilla como en el famoso gol a Inglaterra en el mundial de México 86. Si entonces esquivó a cinco jugadores que no pudieron derribarlo, ahora, como técnico de la selección Argentina, enfrenta a escépticos, periodista críticos, un sector del mundo del fútbol que denuncia que el título de entrenador se lo regalaron sin hacer el curso.
Para empezar el pelusa debe sortear dos pruebas clave: armar el cuerpo técnico ante la deserción de algunos ex compañeros del 86 y luego poner en el campo a un triangulo maravilloso formado por Messi, el Kun y Tévez y hacerlos brillar para colmar la expectativa de los convencidos. Tarea nada fácil. Pero Maradona resiste y avanza, con la misma confianza en sí mismo que cuando marcó el mejor gol de la historia de los mundiales. Desde su casa en Ezeiza, atendió a la prensa que lo fue a saludar por el festejo de su cumpleaños número 48. Se mostró contento, pero distante y frío.
El debut de Maradona será el próximo 19 de noviembre en Glasgow ante la selección de Escocia, una ciudad que le trae recuerdos. "Allí debuté con la selección de Menotti e hice un gol", rememoró, y agregó que es una tierra donde "soy adorado" por el gol a los ingleses.
Han pasado ya más de 13 años desde que Diego Maradona, el pelusa, se sentó por última vez en un banquillo como entrenador de un equipo de fútbol. Fue en la Liga argentina (torneo de Clausura 1995), dirigiendo a Racing Club, su segunda y última experiencia como director técnico luego de su estreno en el ya desaparecido Mandiyú de Corrientes.
Es mucho el tiempo transcurrido y muy poca la experiencia (entre ambos equipos dirigió apenas 23 partidos, de los cuales empató 12, perdió 8 y ganó sólo 3) como para aventurar un análisis o trazar algún tipo de paralelismo. Además, el Maradona de aquellos días no es el de hoy. Por aquel entonces el pelusa se sentía, más que un joven entrenador, un veterano futbolista (de hecho volvió a jugar más tarde) y su aventura al otro lado de la línea de cal se pareció más bien a uno más de sus caprichos que a algo realmente serio.
Más allá de la experiencia de los años -seguramente un aspecto a tener muy en cuenta-, el principal cambio en toda esta historia radica en la salud de Diego. En aquellos días Maradona estaba perdido en el laberinto de sus adicciones y su cabeza pasaba mucho más tiempo fuera del fútbol que dentro de él. Hoy, curado y disfrutando de las cosas importantes de la vida por primera vez en muchos años, se lo nota tranquilo, sereno y con los objetivos bien claros. Frontal y polémico como siempre, de eso no quedan dudas, pero sano y, al parecer, con las ideas en orden.
Sin embargo, más allá del paso del tiempo, hay cuestiones de la personalidad que no cambian y por eso seguramente habrá algún que otro punto en común entre éste y aquel Diego entrenador.
El más importante, sin dudas, es la llegada al jugador. Quienes fueron sus dirigidos en Mandiyú y Racing recuerdan gratamente la facilidad que tenía Diego para transmitir su mensaje, para motivar y para levantarles el ánimo. Lo mismo sucede con los integrantes del equipo olímpico que se coronó en Pekín, donde el astro, sin ningún cargo oficial, estuvo bien cerca de "los muchachos", como a él le gusta llamarlos.
Otros aspectos que también seguramente se repetirán son su inquietud, sus gestos y su permanente movimiento luego del pitazo inicial. Resulta muy raro imaginarse a un Maradona sereno, observando el juego sentado y sin dar muchas indicaciones…
Sus corbatas multicolores, marca registrada de aquella época, quedarán como un pintoresco recuerdo del pasado, y lo mismo esperan Julio Grondona y compañía que suceda con aquellas anécdotas de pura polémica, como las reiteradas ocasiones en que se fue expulsado por insultar al árbitro o esa tarde en la que, para responder a los insultos en su contra, no tuvo mejor idea que desafiar a todo un estadio festejando un tanto de su equipo con sus dos dedos centrales levantados y apuntando al cielo. Pero ahora, como siempre, Maradona sabrá esquivarlos y llegar al área como sólo él sabe hacerlo. Como siempre.




Párita Liche