Ya cumplió los cinco años...



Leo juega y se ve entretenido, entusiasmado, disfrutando. Es un espectáculo. Todo lo procesa su cabeza, el disco duro de Leo es capaz de transmitir a su zurda una orden a una velocidad increíble.
Han pasado cinco años desde que Frank Rijkaard se llevó a Lionel Messi a Oporto, Portugal, para un amistoso que servía como inauguración del nuevo estadio de los dragones. Era un 16 de noviembre del 2003. Leo apenas hablaba, era un pibe tímido que buscaba protección, y de repente se encontró creciendo protegido por Ronaldinho y Deco, que de fútbol siempre han entendido. Ha vivido tanto, mucho, en cinco años que no podía celebrar el feliz acontecimiento de cinco años en la elite mundial de mejor forma que marcando goles.
Le sienta bien a Leo Messi el liderato, le sienta de maravilla sentirse líder del equipo en el cancha y que el equipo domine la clasificación. Leo es grande por el fútbol de 'potreros' que emana su juego, es enorme porque parece un calco de Maradona, ¡y apenas lo vio jugar!, es grandioso porque no hay otro que lleve la pelota pegadita a los pies como él y menos a esa velocidad que sólo es posible detener lanzándose con saña a sus frágiles tobillos.
En los cinco años que ha pasado desde que debutó, Leo ha aprendido a moverse entre los grandes, ahora, con Guardiola, se da cuenta que aún puede aprender más, que ha encontrado al técnico ideal para entrar en la historia de los más grandes.



Rijkaard lo dejaba ser, nunca coartó su creatividad, le pedía que se divirtiese, parecía que lo soltaba a la calle para que jugase como en su Rosario natal y le decía que abriese los ojos, que al lado de los grandes aprendería mucho. Rijkaard nunca le puso reglas, por eso creció Leo, libre, desinhibido, alegre.
Pero llega un momento en la vida en el que debes asumir responsabilidades. Llega un momento en el que toca madurar y ahí está Guardiola para ayudarle. Es un lenguaje entre peloteros. Guardiola no tiene la necesidad de proteger a Leo, ya no es un niño, sólo tiene que marcarle las normas de supervivencia en la selva del fútbol. Guardiola está ahí para ayudarle a ser el líder de un equipo campeón, no sólo a sorprender con sus jugadas de video juego y sus golazos. Ese es el papel de Leo cinco años después. Ahora, Messi es la comunión de los devotos de la esférica.