UN DESPRECIABLE CLOCHARD SE APODERÓ ENTONCES DE LA PALABRA


Un poema de Hernán Miranda


Yo soy el que merodea por ahí
empujando un carrito de supermercado
Ese que lleva zapatones de obrero de la construcción
y luce una falda plisada
y cofia en la cabeza como señora rusa proletaria.
De mí se dicen muchas cosas
y es hora de aclarar antes que sea tarde.
Se dice que yo era un oficinista travesti
que en las noches salía a rondar vestido de mujer
y que un día no pudo volver al trabajo porque
extravió la llave de su departamento,
y que pintado y con peluca fue sorprendido en la calle
por la salida del sol
y que con el escándalo perdió pan y pedazo.
Una historia edificante a costa mía,
con moraleja y todo,
que inventó la multitud de travestis verdaderos
que viven por acá
Yo sé que me miran detrás de los visillos de las ventanas
vestidos
con baby dolls y zapatos de taco alto mientras se
peinan el bigote y alistan su maletín antes de partir
al trabajo.
Tampoco ha faltado el que inventó la historia
de que soy un pillo que se disfrazó de mujer para
robarse el carrito lleno de comida del supermercado
Y tampoco el que ha llegado a sospechar que yo sea un
detective privado o un Sérpico
encargado de husmear en la basura para conocer detalles
íntimos
o averiguar sobre los negocios oscuros de mucha
gente que popula por aquí
Más de un niño se ha imaginado alguna vez que voy a
tirar el carrito y con una metralleta en la mano
saldré persiguiendo a los bandidos
Todo son fantasías, las propias fantasías de los chuecos
y pervertidos que se concentran en esta ciudad
donde ni las ánimas viven tranquilas
y los desaparecidos no aparecerán jamás
y los asesinos se ríen satisfechos detrás de la puerta
Soy un intelectual que ha hecho campañas orientadas
a enderezar los rumbos de la ciudad
y las seguiré haciendo con el ejemplo
no como un escritor de por aquí que posa de
gourmet y sueña con ser famoso como Neruda
u otros pretenciosos que conservan hasta sus bacinicas
esperando que algún día ser les haga un museo
Yo ando con mi carrito recogiendo cosas útiles de la
basura
Doy testimonio contra tanto consumista
Yo no soy travesti, en el buen sentido de la palabra. Digan
si quieren que soy mitad hombre y mitad mujer.
Soy la humanidad en movimiento. Pero de maricón
no tengo nada
Si otros van a París, yo me muevo de Santa Lucía a
Portugal,
cruzo por Rosal y Merced, me traslado por Lastarria,
por Villavicencio.
Y no le pido plata a nadie. Ni ando vendiendo pomadas.
Soy un viajero y una viajera, dos en uno que se mueven
por sus propias fuerzas
que no contaminan con humos ni con ruidos.
No me enojo si me comparan con el José y la María
Pero no aguanto que me tomen para el fideo. Doy
y exijo respeto.
Tampoco me gusta que me tomen fotos. Soy viajero pero
no ando tomando fotitos como turista ridículo.
Lo que más me carga son los diarios y la Tele.
Esos fariseos se merecen que yo entre a azotarlos
que les tire lejos sus monedas mugrientas
ganadas haciendo negocio con las desgracias y
miserias ajenas
Pero lo peor son las enseñanzas de la Tele
que han convertido en arribistas
hasta a los mendigos.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me Parece digno este relato y de verdad absoluta. Y como la vida nos da vuelta al escuchar a un mugriento y asqueroso Vagamundo, su dignidad y su pateadura de mesa. La otra vuelta es saber que hay personas que lo miran desde las cortinas y no tienen nada que decir en post de la Vida. Maravilloso relato y mas personal aun porque yo deambulaba por ese barrio Lastarria, y lo veia y mi mama lo conocia antes de ser un Vagamundo.